¡Ya basta carajo!.

Jamás olvidare la expresión de flagelo en su rostro. Esos pequeños ojos cerrados manifiestan el dolor de sus heridas. Las magulladuras y moretones en los pómulos son pruebas de los terribles golpes que martirizaron su cuerpo. ¿Cómo puede una persona golpear a una indefensa niña de tan solo tres años con una manguera y otros objetos en el rostro y prácticamente en todo su frágil físico?. Monstruoso. 

El caso fue descubierto en Quillacollo-Cochabamba. La defensoría de la niñez de ese municipio atendió las testarudas denuncias de los vecinos. Porque es vital mencionar que ya en una ocasión fueron a pedir que hagan algo y los funcionarios públicos primero les pidieron que pagaran el taxi para ir a la casa donde estos niños eran torturados y solo lograron una llamada de atención a la tía, la principal sospechosa de las agresiones. Aunque ella tiene otra versión. Los vecinos relatan que los gritos de los niños eran perturbadores. Si. Los niños, porque en esa inhóspita habitación de cuatro por cuatro metros, eran torturados tres niños en total. La pequeña, otro niño de dos años y su hermano mayor de 9 años. 

La tía dice que ella no fue. Señala a su sobrino y a la madre de los niños. Y aquí la cosa se pone peor. La dueña de la casa donde está el cuarto de las torturas, también acusa a la madre de los niños y sospecha que en el pasado el hijo mayor sufrió tan brutales golpizas que hoy tiene trastornos mentales. En una ocasión – según la tía - fue expulsado de la escuela porque clavo varias veces su lápiz en la cabeza de uno de sus compañeros. El niño también tiene algunas huellas en el cuerpo. 

La madre de los niños dio la cara y dice que jamás golpeo a sus hijos.  La niña por ahora está en un hospital de Quillacollo recuperándose de sus lesiones. Tiene 15 días de impedimento. El futuro, solo Dios sabe. Aquí es donde empiezo a meditar. ¿Hasta cuándo?. ¿Porque a los niños?. ¿Y cuál será la historia detrás de esas mujeres?. ¿Qué hacemos nosotros para mejorar?. Son preguntas muy difíciles de responder. 

Primero porque nos desgarramos las vestiduras al conocer estos casos. Y eso es todo. Sufrimos hasta el tuétano viendo las imágenes en la tele. Pero otra vez, eso es todo. Nos enojamos – puteamos – contra las autoridades del gobierno en todos sus niveles. Y en serio, ¿es todo lo que podemos hacer?. 

Segundo porque más temprano que tarde será tiempo de seguir adelante con nuestras vidas. Es decir. Sufriremos suspirando agonizantes pero en menos de lo que canta el gallo jalaremos de la oreja a nuestros hijos que no han hecho las tareas o han hecho alguna travesura. Y otros más brutos agarraran el cinturón para “educar”. No faltara otro u otra que agarrara una manguera y otros objetos que encuentre a su paso para torturar a sus pequeños. 

¡Ya basta carajo!. No podemos dejar que esto siga. Los problemas de los adultos no son culpa de los niños. Si tu vida es una pesadilla no es responsabilidad de tus hijos. Y no hay autoridad alguna que pueda componer esta desgracia en la sociedad. Solo cada uno de nosotros, en nuestros hogares, amando y enseñado con cariño a nuestros niños.

Comentarios

  1. Ariel te sobra la razón, me pregunto ¿Cómo pueden dormir cuando han recibido una denuncia de que se está maltratando a un niño y estando en sus manos no han hecho nada para poder ayudarlo?, ¿Con que clase de valores y principios estarán educando a sus propios hijos?. La solución para poder romper este círculo vicioso es la educación no con libros de texto sino con tratamientos psicológicos y terapias, que deberían ser obligadas a tomar tanto la agresora como la victima ya que si se deja de lado a uno de los dos interventores jamás se lograra romper esa cadena lastimosamente, ya que un niño agredido casi siempre se convierte en un adulto agresor....... hay mucho que se puede decir pero creo que lo principal es tratar de ayudar desde la poción en la que estemos….

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